martes, 26 de febrero de 2008

CRÍTICA Y COMPROMISO

Quedan pocos días para que los ciudadanos y ciudadanas de esta España plural y moderna vayamos a las urnas a decidir, libre y democráticamente, qué opción política escogemos para gobernarnos. Sin embargo, no podemos olvidar que desde el 14 de marzo de 2004 estamos inmersos en una "campaña electoral" cuajada de negros nubarrones que en modo alguno han permitido una percepción sosegada de la acción del gobierno y de la oposición. Los trazos gruesos han primado sobre las líneas finas y las trifulcas desmesuradas sobre la necesaria reflexión. Cuatro años de larga y agitada campaña electoral sustentada en la mentira del PP, producto de la nefasta "teoría de la conspiración", ha logrado impregnarlo todo, intentar ocultar sus vergüenzas y fijar férreamente a sus incondicionales; hermanar en santa alianza a dispares grupos de presión sustentados por el odio a la izquierda así como sembrar zozobra y desconfianza en la sociedad respecto del presente y del futuro. De la catastrofista "España se rompe" a la apocalíptica "España se hunde", versión ultramontana de depresiones económicas años treinta, no hay siquiera un paso, sino una clara continuidad de objetivos basados en aniquilar al adversario político. Los progresistas y la izquierda somos críticos con las políticas de los gobiernos, sean del signo que sean. Es algo consustancial con nuestra manera de ser y de pensar. Exigimos políticas que mejoren las condiciones sociales y económicas; reclamamos el papel del Estado para afianzar y ampliar nuestros derechos individuales, mejorar la calidad de vida, mayor seguridad en la economía, en el trabajo y en la vida diaria; un compromiso fuerte ante la deriva medioambiental, en el presente y para el futuro; una defensa sin reservas de los pilares del Estado del Bienestar. Esa conciencia crítica nos ha de llevar a analizar la globalidad de las políticas realizadas por el gobierno de España durante estos cuatro años. A juzgar los aciertos y los errores del gobierno que preside Zapatero. La actitud crítica progresista y de izquierdas puede mecerse en su propio árbol y olvidarse del bosque común. Si nos preocupa el paro podemos quedarnos con la foto del mes, mala por cierto, y olvidarnos de que la tasa de paro en el peor momento del gobierno de Zapatero está situada en el 8%, mejor que el mejor índice (11%) de los gobiernos en los que estuvo Rajoy durante ocho años. Si queremos una sociedad impregnada de los valores del laicismo, donde los credos tengan su espacio, pero no intenten dominar ni subvertir la esencia de la democracia, podremos convenir que Zapatero ha sido excesivamente condescendiente con una confesión religiosa determinada, la Iglesia Católica, olvidándose de que tratar de contentar a quien nunca estará contento carece de sentido, puesto que al margen de no sentirse contento interpretará que ese comportamiento significa debilidad.La gestión que ofrece el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, crítica en aspectos concretos desde una posición progresista y de izquierdas, es buena, razonablemente buena, vista desde esa misma perspectiva y con una visión global de la misma. El conjunto de las políticas realizadas durante estos cuatro años responde favorablemente a ese grito rebelde, crítico, progresista y de izquierdas que sonó la noche electoral de marzo de 2004: ¡NO NOS FALLES ¡.La retirada inmediata de las tropas de Irak y las profundas transformaciones políticas y sociales desarrolladas a lo largo de esta legislatura nos permiten afirmar que el gobierno de Zapatero ha cumplido y que los ciudadanos y ciudadanas progresistas y de izquierdas podemos seguir dándole nuestro apoyo, crítico sin duda alguna, pero sabiendo que si los progresistas y la ciudadanía de izquierdas abandonamos la escena, ese espacio será ocupado por la derecha. Esa evidencia es algo que no podemos olvidar cuando vayamos a votar el próximo 9 de marzo.

Octubre 82 es un grupo de opinión integrado por Francesc de Paula Seva, Manuel Giménez, Elena García, Marisol Moreno, Miguel Angel Esteve, Juan Figueres, Concepción Moril, Isabel Sellés y José Angel Baeza.

viernes, 1 de febrero de 2008

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